
Las obras de arte, y especialmente las de literatura, son generalmente, de forma indirecta, la prueba social de una época histórica. Eso es particularmente visible en la novela de Julio Verne Los quinientos millones de la Begún, publicado en fascículos durante el año 1870. Los dos protagonistas de la novela son los beneficiarios de una grande herencia. Entonces, cada uno decide fundar una ciudad “ideal”, según su visión personal diferente. El primero desarrolla una ciudad de acero, orientada hacia la siderurgia y la producción militar, mientras el segundo prefiere llevar su proyecto al desarrollo social, que se une al equilibrio ambiental – ¡innovador por su época! Julio Verne desarrolla especialmente, a través de la concepción de esta ciudad ideal, algunas ideas de aislamiento térmico limpio:
“Las casas serían hechas de ladrillo. Por supuesto, no de esos ladrillos groseramente fabricados con barro más o menos cocido, sino ladrillos ligeros, perfectamente regulares de forma, de peso y densidad, horadados en sentido longitudinal por una serie de agujeros cilíndricos y paralelos. Estos agujeros, que se comunicaban de extremo a extremo, debían formar en el espesor de todos los muros conductos abiertos en ambas extremidades, permitiendo así al aire circular libremente por la envoltura exterior de las casas, lo mismo que por los tabiques interiores.”
El personaje de Verne se propone mismo de depurar el vapor de carbono en cada una de las chimeneas de los habitantes, desde los “hornos especiales”:
Toda habitación poseerá su chimenea, de combustión de leña o de hulla, según los gustos; pero a toda chimenea corresponderá un tubo de tiro al exterior. En cuanto al humo, en lugar de ser expulsado por los tejados, se encaminará por conductos subterráneos que lo atraigan hacia unos hornos especiales que quedarán establecidos, a expensas de la ciudad, detrás de las casas, a razón de un horno por cada doscientos habitantes. Allí, será despojado de las partículas de carbón que contengan, y, reducido al estado incoloro, será mezclado con la atmósfera a una altura de treinta y cinco metros.”