
El metro, transporte tan distintivo de la capital francesa se inscribe en la historia de los transportes públicos de París. Esta historia comienza en 1662, cuando el filósofo y matemático Blaise Pascal consigue a poner en marcha cinco líneas regulares de carrozas mediante cinco suelos marcados, que salen de los jardines de Luxemburgo y se paran en varios lugares de París. Estas “carrozas de cinco suelos”, que permite servir a los pasajeros, pretenden descongestionar lo que es en esa época la segunda ciudad más poblada del mundo, después de Londres. Siguiendo un itinerario fijo con salidas a intervalos regulares y una tarifa determinada en función del trayecto, las carrozas de cinco suelos presentan desde el siglo XVII las características esenciales de los transportes públicos modernos.
La aventura continúa en el siglo XIX, cuando en Nantes aparecen los primeros “ómnibus”, una idea de Stanislas Baudry. Diez empresas siguen esta iniciativa y se especializan en esta producción. A fin de fluidificar la ciudad de Paris, el barón Haussmann unifica las empresas. ¿Cómo se presentan estos medios de locomoción? Dos caballos tiran un vehículo que puede llevar hasta 40 pasajeros. Sin embargo, estos caballos impresionantes son remplazados con máquinas de vapor. Nuevo problema: ahora la capital está ahumada.
En 1880, la transición a la electricidad responde a este inconveniente y, a pesar de una interrupción entre 1930 y 1990, permite reducir la polución del aire de la capital.